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La testosterona es una hormona esteroide que tiene una notable importancia en el ámbito sexual, pues de su segregación depende, en gran parte, la maduración sexual, así como su apetito. Por otro lado, como cualquier esteroide, tiene una importante función anabólica al incidir en la formación de masa corporal, músculos, al igual que también influye en la resistencia ósea.

Pese a la falsa creencia, estas hormonas no son exclusivas del sexo masculino, ya que también la tienen las féminas, aunque en mucha menor proporción porque los efectos principales de la testosterona están relacionados con el sexo varonil, su maduración, caracterización y libido sexual.

Sin embargo, los estudios respecto a la influencia de esta hormona en determinados aspectos se han centrado más en los efectos sobre las mujeres. Este es el caso de la influencia que puede tener la testosterona en la agresividad. Por estos motivos, un estudio publicado en Science Daily se centró en ver cómo afectaba en aquellos con más hormonas de este tipo: el sexo masculino.

Esta investigación, coordinada por el psicólogo de la Universidad de Nipissing Justin M. Carré, se ha centrado en el estudio de los efectos de la testosterona, en hombres sanos, en la respuesta ante la amenaza. Para realizar tal tarea, se escogieron a 16 voluntarios jóvenes, en buen estado de salud y con los mismos niveles de testosterona (para lograr esto último estuvieron ingiriendo durante dos días un medicamento que suprime su segregación).

El procedimiento seguido se caracterizaba por suministrar a algunos placebo y a otros testosterona para que estos recuperaran los valores normales, acto seguido todos los participantes visionaron imágenes con caras que mostraban enfado o agresividad y, mientras, se les sometió a una resonancia magnética para poder ver su reacción.

Así reaccionaron

Las diferencias fueron patentes y notables, pues a aquellos que se les había suministrado testosterona se les notó una elevada reacción en comparación con los del placebo, ya que se activaron con gran fuerza las funciones del hipotálamo y la sustancia gris central.

Estas partes del cerebro son aquellas que más relación tienen con nuestro comportamiento “animal”, es decir, las que tienen las funciones básicas para sobrevivir y mantener la especie y no tanto el comportamiento racional que se presupone al ser humano. Una de esas tareas es la respuesta ante los peligros, el comportamiento agresivo o el mecanismo de huida.

La certeza alcanzada en estudio, sobre todo al comparar la disparidad de efectos entre los que ingirieron el placebo respecto a los que realmente tomaron testosterona, explica por primera vez, según Carré, que el aumento de niveles de testosterona puede tener efectos muy elevados en los circuitos cerebrales que están relacionados con el procesamiento de amenaza y agresión humana.

Para John Krystal, editor de Biological Psychiatry, estos resultados tienen gran utilidad para entender mejor esa reacción irracional, pero absolutamente natural, de huida o agresión, especialmente en el caso de los hombres, al ser el sexo con mayor cantidad de este tipo de hormonas.

Pero también existe un aspecto negativo que se puede deducir de este estudio, ya que esta respuesta corriente se da en aquellos casos en los que existan unos niveles ordinarios y estables de esta hormona, pero en la actualidad, con el aumento de la ingesta de esteroides para favorecer el fortalecimiento o incremento de los niveles hormonales de personas mayores, puede que se llegue a un abuso de ellas que termine por favorecer la aparición de un comportamiento demasiado competitivo y agresivo que desde luego es un riesgo de cara a las conductas humanas.

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